domingo, 29 de marzo de 2020

Perpetuar la excepción


El Coronavirus se despliega y esparce sin diferenciar absolutamente nada. Todo es una tábula rasa, todo está por ser escrito y, para un virus como hecho biológico, la cultura, las fronteras, el mate que tengo a mi lado (tomado en la soledad de la cuarentena y desinfectando a cada momento) y cualquier otra cosa (objeto que referenciamos entre significantes y significados), no existe. El virus pone en excepción a todas nuestras naturalizaciones. El virus nos demanda comportamientos incómodos. Nos altera, nos pica, nos estornuda y nos saca del lugar apacible de microconsensos que nos rodean y tranquilizan. La anestesia desaparece y, ante la incomodidad de no poder salir a comprar un alfajor (se puede pero para el virus tampoco hay antojos ni alfajores), nos resta pensar en algunas cosas que no acostumbramos pensar.

¿Pensar qué? Creo que pensar nuestras asunciones. Pensar todo lo que se ha caído desde Wuhan hasta Río Tercero, desde Bell Ville hasta Christchurch. Se cayó mucho, se sigue cayendo mucho pero intentemos un corte con fecha el día de hoy, 29 de marzo, seguido de una humildísima reflexión entre la indecisión de qué almorzar y no saber bien qué día es más allá del calendario; capaz lo único que no se vaya a caer como la esperanza de no perderle pisada...

Pensar por ejemplo que el virus no se puede maquillar ni decorar. No hay complejo mediático, no hay asociación despolitizante ni interés económico que pueda poner en una vitrina a esta pandemia que nos pica y molesta. El virus es acto constante, duro y puro. Es realidad. No hay posibilidad de embellecerlo y lucrar con él. Pero, para el contraste, hay otros virus que son distintos. Con los que sí es posible. El neoliberalismo, por ejemplo. Ese sí puede ser maquillado y decorado. Si tuviera que ir a las metáforas, diría que en su esencia, es el gran río tormentoso que acecha con destruir nuestras humildes barcas mientras escuchamos, nos dicen y repiten, que en realidad son los chorros del mejor hidromasaje al que podamos aspirar. Es un río lleno de piedras, es decir, de peligros como el desempleo, la contaminación y discriminación. Pero nos hablan de que son los picos del éxito a alcanzar a través de las fuerzas ilimitadas que residen dentro nuestro; motorizados por el mérito, queremos escalar lo que el otro (prójimo innegable de la aventura humana) no puede. Probablemente su sueño acabe allí, su barca choque, se hunda y quienes en privilegios podamos, escalaremos la piedra para, magullados y lastimados, reclamar el éxito de haber llegado... a su pico, a su mitad, al primer tercio. A algún lugar. Arriba de unos, abajo de otros. Pero mérito propio, calidad de origen. Cuenca cultural, río neoliberal, desembocadura abismal. 

Navegada la metáfora y reteniendo la imagen, volvamos a lo de pensar. Necesitamos pensar en todas las promesas hechas desde que la historia terminara en Berlín 1989 (zambullida al río), como los libros terminaban en el Fahrenheit 451 de Bradbury. Ya así, en orfandad de alternativas, las promesas de progreso indefinido, de sueños interminables, de recursos inagotables se volvieron nada ante las dificultades tan ciertas del virus actual, el biológico, que nos lo confirma, día a día, momento a momento, con la cuarentena en los hombros, que no se trata de individuos, sino de comunidades. 

Un paso más y nos vemos pensando una de las cuestiones más importantes: la libertad. ¿Qué nos dice el Coronavirus de la libertad? Mejor, ¿qué nos dice de la libertad como nos enseñaron desde 1989 hasta acá? ¿La recuerdan? Más o menos era así: una libertad individual que me habilita a escalar la pirámide social a través de pura, única y exclusivamente mi esfuerzo depositado en trabajo y empeño, como con las piedras en el río. Es muy clara. La venía viendo día a día en la tele, la radio, las redes y los diarios. Disfrazada, maquillada, encorsetada. Hecha "linda", "deseable". ¿Alguna vez lo pensamos así? ¿Alguna vez nos escuchamos comentar que lo que tengo es porque YO lo logré? Porque a mí nadie me regaló nada, porque YO me levanto temprano todos los días y corro 10km y me ducho para llegar primero al trabajo. Hoy el velo se corre (el coronavirus nos hace "el favor") y vemos que (y quiero atención acá): no es que ésta no exista ni que sea parte, pero nos la entregaron sin su contrapeso, su contracara necesaria para el equilibrio (como todo lo deseable en la vida): el hecho de que esa libertad es imposible si no contempla las libertades del entorno, de quienes me rodean. Claro, estoy asumiendo algo sobre lo que espero haya consenso: la empatía, la solidaridad como valores humanos fundamentales. Si no están entre tus principios fundacionales, andá a comprarte un alfajor (ojo con la cana), te puede estar haciendo falta (aparte de alcohol en gel).

Quienes sí consideramos que empatía y solidaridad están al corazón de cualquier construcción socio-política con futuro sustentable para las grandes mayorías, no hay otra forma de entender la libertad. El caso está quedando asentado de a poco con los manotazos que todos nuestros Estados (y por extensión nosotros) vienen dando para alterar el rumbo de las cosas y no perder a la humanidad en el intento. Excepcionalmente, si consideramos al neoliberalismo ("mercado") la triste regla hasta aquí, los Estados están revirtiendo sus prácticas ante los desafíos del virus. Irlanda estatiza la salud privada (¿¡populismo!? ¿En ésta época del año? ¿A esta hora del día? ¡¿Y precisamente en su cocina?!... ¿puedo ver?), Estados Unidos inyecta 2 billones de dólares al circuito económico, Francia suspende pago de alquileres y servicios públicos. El FMI (sí, el mismo) propone políticas contracíclicas para evitar mayores problemas y, las redes se inundan de una certeza: quedate en casa, stay at home, bleib zu Hause, porque si no lo hacés, mi sólo esfuerzo, mi propias fuerzas, mi mérito no me van a salvar. Se acabó el relato de la aventura individual, EXCLUSIVAMENTE individual.

Si pasado todo este enorme desafío tuviéramos que mantener una excepción, debería ser esa: pensar que nada es sino una construcción colectiva donde el equilibro es la clave para una libertad genuina. El equilibrio entre lo que YO puedo para que otros también puedan y así retroalimentar este breve y pintoresco ciclo: yo y muchos queremos un alfajor, el quiosquero lo tiene y lo vende e ingresa lo que necesita para comprarle alfajores a la fábrica, que vendiéndolos genera lo que necesita para invertir y pagar salarios, para que sus empleados puedan comprarle un alfajor (de postre) a sus hijos que esa noche van a tener una buena cena para ir colegio tranquilamente. A estudiar, con salud, sin miedo, sin Coronavirus... pero también sin discriminar, sin relegar, sin bloquear. En suma, sin neoliberalismo.

Ojalá sea esa la excepción que podamos perpetuar.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Al ser alado y este miedo humano.

El miedo acecha y la tierra se mueve.
Hay un aire de angustia que acelera el corazón.
Sin necesidad de mucha búsqueda,
Encuentro facilmente la razón.

Los subterfugios propios son infinitos.
Mas me atrevo a dar pasos fuera de mí,
Mayores son los precipios que amenazan
Y la vida comienza así a caminar descalza.

Surgen entonces los dolores en la planta.
Doy pasos que siento firme pero que luego me sangran.
Tengo un dolor ardido por buscar ser distinto.
Por rebelarme a los principios conocidos.

Al orden establecido que dicta el destino.
A ese que no tolera desafíos y que dentro mío condiciona el sentido. Y mis latidos.
Teorizo pero la práctica me golpea como castigo.

Porque llevo el miedo y la miseria dentro mío. Soy el juez que se condena a sí mismo. Y no puedo escapar. El camino se hace angosto y la espesura duele.

Porque habiendo conocido al ser más amable culpa es no corresponderse con su aire. Su vuelo dinámico y colorido. Ese andar suyo de libertades que tuercen caminos.

Tengo miedo de que no me crezcan las alas para acompañarle en el ascenso. En el azul de cielos que existen para verle brillar. De tanta libertad. Y amor. Y amistad.

El camino sigue bajo mis pies y el vuelo muere en el momento del despegue. Porque estoy pegado a todo lo que no me deja desprenderme y estremecerme.

Mi lugar es una construcción y su lastre es el miedo. Ya repetido. Ya reiterado. Lo menciono desesperado. No puedo apartarlo. Me cuesta aceptarlo.

Pero tampoco puedo rechazarlo. Es donde estoy anclado aunque intento. Vuelvo entonces la vista hacia ese ser alado que mira el cielo y a mí como humano.

Y sonríe ante mis miedos y dolores.
Me hace pensar que puedo alguna vez superarlo. Al lastre. A la condición cultural y propia de verme fatigado.

De penurias. De temores. De tantas redes de dolores. Quisiera ser más ductil y empaparme de sus valores. Sus corajes. Sus eternas y bellas sensaciones.

Algunas veces desciende de su vuelo y me susurra que yo también puedo. Que las alas crecen cuando estamos en vuelo. Que de lo contrario todo es peso sin acciones

Pasividad de las emociones y lucha perdida contra las constricciones.
Determinismo de lo dado.
Contradicción a mis sueños y sensaciones.

Al ser alado no puedo sino gritarle que espero que su vuelo algún día me inspire a surcar cielos mejores. Volar al lado suyo.
Ya madurado... y sin temores.

lunes, 19 de junio de 2017

Hasta ella, siempre.

Te amo porque me llamás compañero..
Madurando luchas por encontrar otro rumbo, cuando el abrazo y el beso son por la honestidad que estructura la elección, de abandonar las imposiciones, de librarnos de la condición cultural y ver cómo las calles se ensanchan con vos.

Te amo por lo potentente de tu voz..
Gritando los pulmones por nuevos aires y nuevos seres, por más banderas y eternos amaneceres, bancando el lienzo militante que se alza sobre el asfalto frío de la violencia de las ciudades de furia.

Et amo también por tu ánimo irreverente..
Redentor mío ante la dureza de mis prejuicios, humildad tuya para entender mis conflictos, dándome calma, respetando mi ritmo, sonriendo cómplice al verme disfrutar de lo que antes negaba.

Te amo, sin eternidad ni plazos fijos...
Porque tu geografía deteriora los mapas del romanticismo, lleva a crisis las economías y me permite pensar nuevas reglas y antropologías. Reglas subvertidas. Un mundo sin bancos ni promesas vacías.

Te amo hasta los confines de tu ideología
Por el egoismo de querer estar bien y ser mejor, enclavado en la contradicción de saciarme para solidarizarme, trayendo a cuentas que sin prójimo no hay uno, ni fiestas ni banquetes ni mañanas ni rocío.

Te amo porque no hay objeto, ni amos ni dominios.
Porque no existe otro tiempo que el del momento, afianzado en memoria que registre el trayecto, para siempre tener en cuenta que vivimos para ser un constante nuevo proyecto.

Te amo

Hasta ser libres

Y te espero

Para que traigas en brazos

La victoria de todxs.

Hasta ella, te amo.

Hasta ella, siempre.

lunes, 12 de septiembre de 2016

A mí me gustaría besarte en la calle.

A mí me gustaría besarte en la calle.
No como provocación ni como acto desenfrenado. Quisiera besarte porque me resisto a que lo profundo sea privado. Privatizado. Quiero amamantarte en la calle. A los ojos de Dios y del Diablo. Del Cura y del Vago. A tus ojos. Quiero que cerremos los ojos… y abramos los labios. Me gustaría. El beso público. El beso común(itario). Público porque nos persigue el mercado. Desde 1492 a hoy, desde Wall Street hasta Carnegie Hall. El beso tiene que ser homologado y sucumbir al control de calidad. De los que no besan en primera cita porque está mal. Porque hay que conocerse. Porque hay que contenerse. Ni hablar de petite mort. Entonces, ¿qué van a decir si nos ven haciendo lo que ellos no se atreven? No porque no puedan… porque no quieren. Pero, de paso, porque los han convencido de que no deben. Y así entonces, no nos dejan. Y (se) reprimen.
A mí me urge besarte en la calle.
No por hacernos los malos. Quiero hacerlo antes de que nos quiten las ganas, que le pongan precio y las manden a la góndola. Seríamos entonces parte más del desfile infinito de seres remotos…. Bajo control-remoto. ¿Los viste? Esos a batería. Los que cambian de canales y ven seres invisibles. Los que anhelan ser parte del show famoso, pernicioso, oloroso, monstruoso de la silueta paqueta, de la motoneta siniestra y la velocidad fratricida. De esas pantallas fastidiosas con los minutos contados. Para las publicidades que comentan que para poder darse un beso en la calle tenemos que ser el ideal nunca alcanzado, el breviario de lo legitimado, lo legalizado, lo sometido al control de los poderes diarios… los diarios. A diario. Las mentiras. Organizadas en el calendario. Porque si nos besamos en la calle, donde quieren dominar e imponer la totalidad de su mentira, dicen que merecemos que nos abran el prontuario. No lo permitamos.
Quisiera nuestra diversidad en la calle.
Y besarla toda. Que nuestras barbas sean una y las tortas más ricas que nunca. Porque son ricas las personas cuando no consumen lo que marca la hora. Ni la vitrola. Ni la testosterona. Bien cagona. Sí, amor. La venimos remando hace tanto. Tantísimo. Y me comentan que les causamos estupor. Que somos el fin de la historia y de sus modelitos familiares de conservadoras llenas de sanguches… y prejuicios. No entienden. No quieren. Querernos es nuestro vicio. Como el Seba y Patricio… o la Meli y la Colo, que le avisaron al Javier. Y se vieron los tres. Y felices. Fueron juntos. Por eso no perdamos las ganas de darnos ese beso. Nunca lo permitamos. Vamos, rajemos de las luces bobas que nos marcan la senda y veamos qué pasa si vivimos las libertades. Con el dolor que nos cueste. Con la estructura que somete. Con el peso, la inercia, la bronca hecha nudo entre los dientes. Aunque sea, bonita, lo charlemos. Lo conversemos. Pensémonos. Critiquemolón. Ayudemosno. Que la Libertad se baje de la violencia teórica para que le hagamos el amor. En la calle. En lo público. Con él… y ella. También. Como podamos y nos salga pero que el casillero de la nada sea el de los que piensan que el amor viene prefabricado desde las elucubraciones macabras, blancas, como el jabón en polvo. Polvo que no se bancan.
Pero te confieso algo… a mí me gustaría que se besen en la calle.
Que se besen en serio. Como los hacemos nosotros. Engalanados de amor por lo que nos va pasando adentro. Que se besen sin marcas ni yuta vigilando. Que se besen sin obedecer. Que se saquen la obsesión de una vida en despojo. Porque se estarían equivocando si interpretan esto que te digo como un acto de intolerancia hacia ellos. Como si estuviera repitiendo su argumento desde otra esquina, vuelta o tuerca. No. Se equivocan. Ese beso que quiero darte en la calle y el callejón, ese beso público, único, lúdico, impúdico, poético, artístico y libertario, es el beso que deseo sea la vida de todos, todas, todxs y txdxs. Así quiero besarte. Para que la calle sea el encuentro y nuestro beso un motor. Quiero que nos vean en ese rincón anunciándoles que se puede ser, estar, vivir y sentir mucho mejor. Visibilizando el beso entre el monje y el doctor, entre el del lavadero y el cantante de rock and roll. El beso del Diego y el Cani. El que seguro le dio Sócrates a Platón, el de la Luna al Sol.  O, aquel; ¿te acordás? El que vimos en noche de monte entre todos los astros juntos en la libertad de su realidad: la inmensidad inabarcable que no cabe ni vale etiquetar. Ahí te quiero besar. Donde nos besemos todos. Pensando tan sólo en lo más puro de la libertad. Quiero besarte en la calle. Y quiero ver besando… en Igualdad.
A mí me gustaría besarte en la calle.
Por eso, vamos! Nos queda cerca. Barrio Güemes. Porque me inspiró. O acá, o allá o en cualquier lado. Pero arranquemos en nuestra Córdoba de color. La que se vende facha y conserva pero que adentro late de amores, Tosco, guitarras y fogón. La Córdoba nuestra sin dolor. La de rosa y siete colores donde bello ella, bella él, bello el remanso de nuestra cierta finitud. Pero ante ella misma, en esta misma vida, decorarla de tanta cosa bella que los traficantes del odio tengan que resignarse a unirse, rendirse, fundirse y luego, permitirse, darse ese mismísimo beso que quiero darte yo.
Te amo tanto, mi amor.


GGK. 12/09/16.


lunes, 22 de agosto de 2016

Luz.

Desde el tiempo que viene
En la luz te encuentro
Armado de pasiones
En la constancia del movimiento

Con intensidad variable
En el entendimiento humano
Del universo que se ignora
Por tanto ruido profano

La cotidianeidad emerge
En lo fugaz del calendario
Pero lo eterno resplandece
En el calor de tu abrazo

Implosionan los momentos
Se destiñen sordos los astros
Entre tanto cementerio ronco
Resuena fuerte tu canto

Y con la memoria embellecida
Me aferro a una gran nostalgia
Chapoteo en historias reprimidas
Que me devuelven a la vida.

Entonces quedará tu luz
La del primer encuentro
Como farol de la noche
Cual estrella y lucero

La que permite lo sano y profundo
Con la que libre vuelvo
En tantas formas de lo alegre
Mi guía en pleno vuelo

Y así en libertad resplandezco
Ante tu existencia me desnudo
Soy al arrojo del todo
Soy en la paz de tu mundo

Por lo que me sincero y quemo
Y así muere el tiempo en compañía
Perdido ya en tus manos
Difunto caigo de a ratos

Y es una galaxia tu sonrisa
Como el océano tan inmenso
Mi vida, sin más te lo confieso: 
Hoy la luz es en tu beso.

lunes, 7 de marzo de 2016

Antes

Fue anterior,
En cuevas y calles,
Sobre caminos entre árboles
Para llegar al agua que dará de beber a su enjambre

Fue anterior,
Al jornal devaluado
De patrones cobardes
Que quitan el alimento de sus manos

Fue anterior,
Al puño soberbio,
Del varón ciego de mercado
Que calma sus histerias de ego debilitado

Fue anterior,
Al abandono voraz,
Al escenario de luces y hieles
A la desnudez, el robo y el concierto de pieles

Fue antes,
De la opresión festiva
Que impuso la conducta,
Del color de uñas y el labial homicida

Siempre, antes
De esas marcas caras
Con mano de obra esclava
Para vestirlas de cadenas engalanadas

Fue antes,
Como las valientes junto a Zapata
De la selva gloriosa sin esperas largas,
Por una revolución que algunos creían macha

Anterior, siempre
A la pasividad inerte
Al estruendo del amor hiriente
A la miga como premio después del calvario

Anterior,
Al día de mañana,
Al día de ayer
A los días,
Al calendario

Antes,
Antes de todo,
Anterior a nuestros antojos,
Del patriarcado y sus despojos
Anterior
A machos y estafadores,
A los relatos estremecedores
Anterior
A toda belleza de llanto
Del mundo y el universo
Del mar y este verso
Antes,
Antes de todo...
Antes hubo una mujer de pie,
con puño en alto, con frescura en el rostro
y un horizonte de libertad floreciendo en su pecho

Antes, que la historia reencarnando
Antes, hubo una mujer luchando.


viernes, 11 de septiembre de 2015

Jenseits von Zeit und Wahn.

Wahnsinnig fühlt sich der Mensch,
dem es schwer fällt, anwesend zu sein.
Er meint es liegt doch an der Zeit
denn nur durch sie entsteht der Wahn.

Heute. Zeit als Grenze. Als Knast.

Er spricht von alten guten Momenten,
von Lilien, Rosen und glühenden Kerzen
Er versprach sich selbst schon mehrmals
dem Schicksal die Hand zu geben.

Gestern. Zeit als Gedächtnis. Als Vergangenheit.

Dem Menschen drückt es in der Brust,
Das Erlebte! viel schöner und bewegend!
Gleich danach der Kopf nach unten
und die laute Meinung "mir fehlt die Lust"

Morgen. Zeichen des Versprechens. Ziel. Zukunft.

"Das kommende wird uns erlösen",
denkt er mit tiefem klaren Grund.
Die Frage wird aber sofort gestellt,
Bist du mutig genug?

Zeit wird anders. Zeit wird voll. Jetztzeit.

Weder gestern, heute noch morgen.
Keinen Wahn, keinen unruhigen Ort.
Der Mensch erlebt das jetztige
voller Geschichten, voller Horizont.

Alles im Augenblick des Jetzigen.
Gleich in dieser genauen Zeit,
in der wir alle streben,
in der wir alle leben,
wo wir uns wieder daran erinnern,
dass gemeinsam kann der Frieden nicht mindern

Frieden!

Für uns zu erreichen,
für uns zu geniessen.
Zeit ist kein Wahn.
Zeit ist ständig werdender Neuanfang.
Tiefe neue Chance.
Ewig wahre Möglichkeit.