domingo, 1 de marzo de 2015

LAS GRIETAS.

Hay misterios que engendran y dan a luz pasiones
Inexplicables presencias, significados, lenguajes. 
Personas, símbolos y realidades.
Fallas, a priori incomprensibles, en el seno de un mecanismo casi-perfecto de imposición de verdades.

¿Fallas? Más bien grietas que se ensanchan.
Que fomentan paradojas y el afloramiento de contradicciones constitutivas de una identidad.
Grietas que, por su esencia, rompen y nos dividen. Nos separan y dirimen.
Anchas y profundas, sin embargo, no son las grietas del dolor. Son las endijas de una cierta luz.

¿Será cierto entonces? Que una grieta que divide finalmente... ¿reuna?
Siempre se piensa este acontencer por su hecho primero: la escisión.
Pero, ¿alguien se detuvo en su instancia última? ¿a donde fluye la división?
La hegemonía augura separación. La resistencia ve florecer unión.

¿Que una grieta devenga en manos unidas? ¿en candelabros reciclados?
¿en dignidades de día? ¿en caravanas de almas que agitan por la vida?
Resulta complicado pretender que así sea. Es complicado que así sea.
Miles teñidos de gris lo afirman. Lo repiten. No se puede. Nunca. 

La resistencia reconstituye el discurso y hace frente a las habladurías.
En más de diez años las grietas se empecinaron en quitarse el polvo,
Dejar de lado la vergüenza, la bronca y la desidía.
Ciertas grietas resultaron ser muy profundas. Casi que definitivas.

Otras muchas, más pequeñas y distintas, pero en esencia las mismas,
Llevaron el simbronazo de aquellas primeras por tantos descreídas.
Afirmaba la mano invisible: son eventualidades con destino de sumisión.
Destino unívoco de fracaso a pesar de tanta buena intención.

Un ideal indómito trajo consigo el giro oportuno. La violación de la inercia histórica.
El comienzo de un tránsito duro; de un abrirse paso contra todas las mentiras.
Una gran grieta que llegó arando el suelo desde un sur recóndito pero no dormido.
Primera insipiración. Heredera. Disrrupción completa. Cambio de paradigmas. Luz. Día.

Hora primera. Nacimiento de una lógica distinta. Con misión de romper... para unir.
La paradoja vuelve al centro. La necedad empecinada en el desacierto.
Las grietas se unieron representando e imaginando nuevas primaveras,
Que florecieran en ese profundo valle que abrieron. Regaron. Nutrieron.

La contradicción no es tal. Las grietas rompieron, quebraron, pero al fin unieron.
Abrieron un valle que quebró una llanura desértica y apagada. Seca. Maltratada.
En ese valle se sigue regando. También luchando. Resistiendo. Marchando.
Las grietas aún ensanchan el campo donde florecen miles y miles de flores.

¿A dónde fluye la división? Es nuestra incognita desenmascarada.
La división quebró un pasado de traición que hoy agoniza ante flores y mistol,
ante vinos y uvas, luces de color. Cantos y alegrías, banderas y trapos con sudor.
La división trajo compañeros a los amigos; las grietas, días a la luz.

Hoy se encuentran para celebrar el haberse dividido de aquel invierno triste de entrega. 
Con los pies firmes sobre el valle, con la alegría intacta de un nuevo florecer.
Con la convicción de que nos encontramos apenas frente al amanecer
Y la firme convicción de que mientras haya grietas nunca más habrá miedos.
Nunca más nos faltará el sol.

Las grietas se unen hoy. Se detendrán un momento, en una pausa cómplice.
Observarán hacia atrás y verán colores. Sonreirán. Reflexionarán.
Y al instante siguiente, continuarán. Hay mucho aún más allá. 
Este valle de victorias no se detiene en este solar. 

Aún restan horizontes y llanuras que quebrar.
Esciciones y contrastes que generar.
Para saber quiénes somos y dónde estamos,
qué perseguimos y qué fomentamos. 

En clave del todo, de la humanidad.
Somos las grietas que hoy celebran el paso hacia una nueva realidad.

GGK. 1/3/15.